Hace unos textos, nos preguntamos sobre cómo reaccionar ante un cambio de vida tan radical como es el debut de una enfermedad renal, con todo lo que ello implica.
La primera pregunta que me viene a la cabeza, sería ¿Cuál es la forma buena de reaccionar? Y es que estamos muy acostumbrados a pensar la vida en términos de bueno y malo, juzgamos inmediatamente las cosas en categorías de bondad y maldad. Cuando hacemos eso, realizamos una gran simplificación del complejo abanico de realidades que se esconden en la realidad. Bueno o malo es una construcción social, que cambia no solo con el tiempo, sino con cada persona. Lo que en la infancia nos podía parecer aburrido o insoportable, ahora lo disfrutamos y atesoramos, y viceversa.
Por tanto, el primer paso para valorar como responder ante un cambio de vida, es intentar deshacernos de los juicios que infundimos a lo que nos pasa, si eliminamos la carga del juicio, aquello que nos sucede, se convierte en una realidad más fácil de evaluar, y por tanto de tomar decisiones y acciones a cómo responderla. Por el contrario, si nos centramos en la injusticia, la maldad o la rabia que nos supone, no solo no estamos buscando soluciones, sino que sufrimos sin enfrentarnos a los hechos concretos.
Dicho esto, podemos ir desgranando distintas formas de afrontar los cambios que suponen un reto a nuestra vida, pues la ponen patas arriba y suponen una amenaza.
Una primera reacción bastante común suele ser la negación, seguramente cuando leemos la palabra negación nos viene a la cabeza algo malo, y ya estamos con los juicios, de repente, una reacción natural, la cargamos de un montón de ideas preconcebidas que la convierten en una realidad más difícil de gestionar, pues no solo tenemos que trabajar nuestra negación sino todos los estigmas que le ponemos nosotros y los demás a esta realidad.
Me gustaría que durante estas semanas reflexionáramos sobre momentos donde hemos respondido con negación ante una realidad, pero esta vez, intentando quitarle la connotación negativa, dejando de juzgarla como una “mala reacción”, solo fijándonos en lo que nos pasó, en como reaccionamos y que consecuencias ocurrieron a partir de ello.
En sucesivas publicaciones, iremos desgranando distintas reacciones, de momento, para la siguiente, dedicaremos unos minutos a la negación.
Si queréis, podéis enviar por correo electrónico a psicologia@alcercastalia.org con las reflexiones que surjan a raíz de la invitación que os hago de pensar en los momentos donde habéis reaccionado con negación, en el asunto correo electrónico podéis poner “Mi aportación el blog de psicología”. De esta manera, el conocimiento que surja de estas líneas será mucho más rico y útil, que un mero desarrollo teórico.
Os espero en la siguiente publicación.