El otro día estaba hablando con una socia sobre cómo se iba a planificar las vacaciones, – está siendo un año muy complicado, y llego muy cansada a las vacaciones, por lo que solo me apetece descansar- me comento a razón de preguntarle si tenía planificada alguna actividad.

En ese momento comencé a contestar a su comentario, noté que la respuesta me salía de forma natural, bueno, natural no, más bien automática, la frase en mi cabeza decía: -Tomate un descanso porque te lo has ganado-, y entonces es cuando fui consciente de la coletilla, “te lo has ganado”, me quedé callado a mitad de frase, de hecho, la socia se dio cuenta que no acababa de terminar mi frase y me pregunto si me había pasado algo.

Le dije que sí, que me acababa de dar cuenta que iba a decir una frase que no me creía, una frase que había usado muchísimas veces sin pensar en ello. Para no dejarla en vilo, le explique lo que estaba pensando.

Me di cuenta que su descanso no dependía de “habérselo ganado”, parece que necesitamos justificarnos para parar y descansar, como si descansar fuera un premio solo alcanzable si cumplimos unos estándares de productividad, muchas veces autoimpuestos, reflejo de una cultura y sociedad que refuerza el trabajar, el producir. Solo si haces algo de provecho te ganas el privilegio de descansar, de lo contrario no te lo mereces.

En la enfermedad renal crónica, el cansancio es una presencia constante, a veces se presenta de una forma más intensa y otras casi no se nota, pero siempre está al acecho. No depende de que hayas trabajado mucho o poco, simplemente está ahí. Sin embargo, sentarse a descansar, o dejar una tarea para otro momento muchas veces no nos lo permitimos, una voz interior empieza a reprocharnos que “deberíamos” poder, o “deberíamos” sacar fuerzas.

Pero la realidad es otra, no hace falta “ganarse” un descanso, podemos descansar sin necesidad de justificarnos ante nadie, y eso nos incluye también ante nosotros mismos. Descansar no es un premio, descansar es una necesidad biológica, sería como si solo nos permitiéramos dormir como premio por haber sido buenas chicas o buenos chicos. Al igual que dormir no es un premio, descansar tampoco.

Por tanto, aprovechemos estas jornadas estivales, para descansar, sin coletillas ni juicios sobre lo que nos merecemos o no, sino descansar porque tenemos todo el derecho del mundo, y que podamos extender esta actitud de autocuidado al resto del año.

¡Feliz descanso!

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