Tras la mesa de atención de ALCER Castalia escucho muchas veces las numerosas dolencias que padecen aquellas personas que nos visitan. Vuestras dolencias.

Cada persona cuenta las cosas como su personalidad le dicta, como siente, o como puede. A veces, no se cuenta nada; a veces, se cuenta todo.

Mi mesa es un preludio, como cualquier sala de espera donde lees una revista, hablas del clima con la persona que tienes a tu derecha y a la de enfrente, que es vecina de tu madre, le cuentas cómo te va la vida. No es que no le dé la merecida importancia al trabajo que hago, por supuesto que se lo doy, pero soy consciente que, en mi espacio, lo que me dais es un entremés a todo lo que tenéis dentro, a todo lo que queréis, o necesitáis, contar, a todo aquello que necesitáis resolver.

Pero esa sala de espera me permite observar, mirar despacio y captar las primeras miradas nerviosas, esos ojos vidriosos o esas manos que no paran de moverse. También retengo esos brazos cruzados o ese gesto de sorpresa silenciado al escuchar esa información que se oye por primera vez pero, sobre todo, vuestras necesidades, incluso aquellas que no decís con palabras.

Y, por eso, me atrevo a escribir lo que ahora os voy a decir:

Os estáis haciendo mayores.

Y es un ítem que cuando se está enfermo/a parece que desaparece del cajón mental donde se guardan todos los elementos responsables de nuestra delicada salud.

¿Qué quiero decir con esto?

Que la Enfermedad Renal Crónica no es responsable de todo lo que nos pasa. El cumplir años también causa dolores, fatiga, menor flexibilidad o menos ganas de salir a pasear. Y un dolor de cabeza familiar de tres pares de narices.

¿Algo más?

Sí, que la ERC es para toda la vida y que, aunque ahora estés iniciando tu recorrido por estos lares, hay que prevenir. Que, si llevas mucho tiempo caminando, hay que prevenir y que si ya te estás olvidando de los días de camino (diálisis) porque estás trasplantado/a, hay que prevenir.

Avanzamos por la vida encontrando excusas inconscientes para hacer lo que nos apetece, pero la salud no cae en esas artimañas emocionales, a ella o le haces caso o se da media vuelta y se larga.

La edad también es una niña rebelde consentida que nos lleva de cabeza. A la que intentamos ganarle la batalla sin ganar ni una pequeñita guerra.

Aun no lo entiendo.

Seré más clara. Si las piernas duelen, no es totalmente por la ERC, quizás es que te estés haciendo mayor, o sin casi darte cuenta te has acomodado en una vida sedentaria y, por eso mismo, debes pasear todos los días.

Si te duele la cabeza día sí, día también, no es totalmente por la ERC, quizás es porque necesitas soltar lastre, responsabilidades, dejar de pensar y salir a pasear para ver más allá de aquello que te preocupa.

Si tienes agonía, te sientes débil, o no tienes ganas de levantarte de la cama, no es totalmente por la ERC, quizás es un virus, como esos que atacan a las personas sanas, o quizás necesites que te dé el aire, por tanto, sal a pasear aunque te cueste.

Hablando con el corazón en la mano, no culpemos de todo a la ERC, hagámonos cargo de nuestras dolencias, hagamos lo posible para prevenirlas, para que se pasen, o se lleven mejor, hagamos que nuestra serotonina, nuestra dopamina y nuestras endorfinas trabajen, que sean nuestras más fieles amigas.

Porque nos hacemos personas mayores y yo, no sé vosotros, pero no quiero ser como esas mujeres mayores con bata, mal genio y protestas constantes.

Por eso os digo: ¡A pasear!

Alicia Martínez

Paciente Experta