Alcer Castalia - El Magnesio

La Dana ha golpeado con fuerza en toda la Comunidad Valenciana, dejando a su paso devastación y vidas enterradas. En medio de la catástrofe, el pueblo está sacando el mejor de sí mismo, con miles de voluntarios colaborando para ayudar a quienes lo han perdido todo. La solidaridad está presente en cada rincón y los medios están haciendo una gran labor al visibilizar las historias de las personas afectadas, mostrando un estado unido y solidario. Sin embargo, hay quienes, incluso sobreviviendo, no pueden levantar su voz: son las personas con discapacidad y sus familias, quienes, ya acostumbrados a hacer frente día a día con barreras cotidianas, enfrentan ahora desafíos multiplicados por la catástrofe. Son los grandes olvidados, como en tantas otras crisis.

En situaciones de emergencia, las necesidades específicas de las personas con discapacidad no suelen contemplarse. En el contexto de una crisis, productos como alimentos y/o dietas específicas, medicamentos y tratamientos vitales, son esenciales y difíciles de obtener. Sin ellos, estas personas no pueden alimentarse de manera segura, y sus familias se ven obligadas a recurrir a alternativas peligrosas o insuficientes. Incluir estos productos en los suministros de emergencia no es un capricho, sino una necesidad urgente.

La situación se complica todavía más con la falta de acceso a medicamentos. Para muchas personas con discapacidad, la medicación es esencial, y sin un suministro adecuado, su salud se deteriora rápidamente. La interrupción de estos tratamientos, como podría ser la diálisis en un paciente con Enfermedad Renal Crónica, puede ser fatal, y la falta de un protocolo claro para garantizar su acceso durante una emergencia no tendría que ser la norma.
A este panorama se suma el desgaste emocional y físico de las personas cuidadoras, aquellas guardianas invisibles que no solo enfrentan el caos de la emergencia, sino que cargan con la responsabilidad de proteger y asistir a sus seres queridos con discapacidad. La carga emocional para ellas es inmensa, pero casi nunca se los ofrece el apoyo necesario.

En ALCER Castalia, la solidaridad y el rigor en las actuaciones nos caracteriza, es por eso que desde el primer momento se ha trabajado junto con las entidades de transporte colaboradoras (taxistas y ambulancias), con los centros de diálisis y con Conselleria de Sanidad para garantizar a cada paciente su tratamiento en centro de diálisis. Actualmente, se ha puesto en marcha un plan de actuación para detectar primeras necesidades en estas personas que hacen uso del transporte que gestiona la asociación para ver en que medida podemos colaborar a paliar las consecuencias que la Dana ha tenido en sus vidas y por eso nos desplazamos en los propios centros y hablamos a todas y cada una de las personas que viven en las zonas afectadas.

Para concluir, hay que señalar que una situación así solo se soluciona trabajando en equipo entre todos los agentes implicados y colaborando de manera activa y eficaz, pensando también en los ciudadanos que conviven con discapacidad y tratamientos vitales. La ayuda tiene que llegar de manera rápida y continuada; las personas han perdido todo, y cada segundo aviva la catástrofe, todavía más en colectivos de por sí mismo vulnerables. No nos olvidamos de ellos puesto que la situación de reconstrucción no se automática y el apoyo que necesitan es para largo plazo.

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