Los enfermos con atención domiciliaria critican los cambios en la tarifa eléctrica, que convierten las horas centrales en las más caras del día

Su nombre es Pablo Pedro Saldaña, un jubilado de 68 años que padece insuficiencia renal. Es decir, sus riñones apenas funcionan. Su dolencia es hereditaria; su madre y tía ya la sufrieron cuando él tenía 20 años, allá en los 70 y 80, de modo que cuando en el 2014 sus médicos le informaron del fallo de su riñón, que dejó de depurar, Saldaña les replicó de modo fulminante: no deseaba recibir su diálisis en un centro ajeno, sino que quería administrársela en su hogar, tal y como lo hizo su familia antaño.

Esta decisión, no obstante, acarreaba un desembolso superior, ya que debía destinar parte de su electricidad a alimentar la máquina de diálisis. Ahora, con la implantación de la tarifa de luz por tramos, la inconveniencia económica de su elección se ha intensificado. “A 0,28 euros el kilovatio, pago 170 euros de electricidad al mes, entre 40 y 50 de los cuales provienen de la máquina de diálisis”, expone el vecino de Benicarló, que pidió a un electricista que le instalara un medidor para averiguar cuán dañosa es la nueva factura de la luz.

Los resultados que arroja esta investigación clandestina casan con las conclusiones extraídas por la Asociación de Pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (Apepoc), que asegura que las nuevas tarifas conllevan un aumento medio de entre 30 y 60 euros al mes (alrededor de 540 euros anuales). Estos precios pueden reducirse si se adapta el consumo energético a los periodos más baratos —de 00.00 a 8.00, y los fines de semana y festivos.

“Hacer la diálisis a las 24:00 merma tu calidad de vida”

Sin embargo, Saldaña apunta que “hacer la diálisis a las 00.00 merma tu calidad de vida”. “La máquina necesita 45 minutos de preparación; luego, son casi 3 horas de diálisis y después 45 minutos más de desinfección”, relata, para demostrar así la inviabilidad de iniciar el proceso a medianoche, pues concluiría a las 04.30 y le privaría del sueño.

Otra voz que se pronuncia contra la renovación de la factura pertenece a Alicia Martínez. Ella es una madre de 44 años establecida en Nules, cuyo lazo con Saldaña es cargar con la misma afección. Desde 2016, Martínez efectúa una diálisis domiciliaria, cuya duración excede las 3 horas y su frecuencia es de 5 días a la semana. Antes del cambio de tarifa, pagaba 50 euros de luz mensuales; ahora, 76. “Cuando me hacía la diálisis en el centro, no podía trabajar ni estudiar. Con la domiciliaria eso no me pasa, pero me fastidia ir más apurada. Es como un peaje”, reprocha.

Pese a que percibe una remuneración por invalidez total, la nulense censura la ausencia de ayudas para los pacientes como ella, y aplaude la labor de la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales de la provincia de Castellón (Alcer Castalia), cuyas diligencias están cerca de fructificar en compensaciones para los enfermos.

Asistencia médica

Hastiados de lidiar con las acometidas de la factura de la luz, tanto Martínez como Saldaña convienen en que la Seguridad Social debería intervenir y cubrir los gastos energéticos, incluido el del agua. Aún así, el caso de Saldaña es afortunado: a diferencia de otros pacientes que precisan asistencia médica, él cuenta con el auxilio de su esposa, María Asunción, que ejerce de enfermera desde que en el Hospital General Universitario de Castelló la instruyeron sobre cómo proceder.

“Mi jornada laboral es de 8 horas. Cuando llego por la tarde, le ayudo a conectarse a la máquina de diálisis, anoto la temperatura y tensión, estoy atenta por si se marea, preparo la medicación…”, narra Asunción, quien reclama que reconozcan su esfuerzo diario como un oficio más: “Cuidar de un enfermo, como de una casa, también es trabajo, y eso lo tienes que pagar”.

“Mi mujer ahora solo trabaja por las mañanas, y no todo el día. Ella y mi hija se turnan para ayudarme. Esa parte no se ve”, realza Jesús García, de 55 años, para quien su familia ha constituido un asidero permanente desde 2015, cuando su estado comenzó a decaer. En 2017, García contrajo hipertensión pulmonar, un mal que le impide caminar y respirar con autonomía, acciones para las que cuenta con una máquina de perfusión continua y una bomba de oxígeno nocturna. En 2021, le comunicaron que necesitaba un trasplante bipulmonar, al que aún aguarda.

El excomercial, cuyo aparato de oxígeno requiere entre 10 y 12 horas diarias de conexión, paga 144 euros mensuales de luz, una tarifa que debería ser fija, pero que su compañía eléctrica, Iberdrola, elevó de 0.12 a 0.17 kilovatios/hora cuando se remodeló la tarifa. Esto es, un 29 % de subida.

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